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sábado, 10 de noviembre de 2012

El visitador José de Gálvez en California


Por Leonardo Reyes Silva

Corría el año de 1768 —un año después de la expulsión de los jesuitas de California— cuando llegó a la península el visitador José de Gálvez, que traía la encomienda de conocer de cerca las condiciones económicas, materiales y sociales en que quedaron las 14 misiones que atendían desde 1697 los religiosos de la orden de San Ignacio de Loyola.

En 1764, el rey Carlos III lo nombró visitador general de todos los Tribunales y Cajas Reales e intendente de todos los ejércitos de la Nueva España. Al año siguiente reorganizó el ejército y llevó a juicio al virrey Joaquín de Monserrat que fue reemplazado por Carlos Francisco de Croix. Dos años después, en 1767, Gálvez intervino para sofocar los motines y disturbios que ocasionó la salida de los jesuitas, y ordenó juicios sumarios, ejecuciones y encarcelamientos de por vida.

Llegó a Loreto y de inmediato comenzó a dar instrucciones relacionadas con el reparto de las tierras, el repoblamiento de las misiones y la reorganización de la administración en Loreto, a fin de hacerla más eficiente. Y es que su primera impresión de las condiciones en que vivían los indios conversos fue muy desfavorable.

En un informe que dirigió al virrey De Croix el 8 de diciembre de 1768, le decía que “los indios vivían en la misma forma de vida irracional y bárbara que tuvieron antes de ser convertidos… las misiones son simplemente grandes haciendas en las que los misioneros, algunos sirvientes y soldados tenían su alojamiento… los indios vagan en los alrededores, generalmente desnudos buscando su comida, como siempre lo habían hecho”.

Aprovechando la sustitución de los padres jesuitas por los franciscanos, puso como gobernador a Matías de Armona, nomás que éste poco pudo hacer para cumplir con las disposiciones de Gálvez, más aún porque en 1772 los misioneros franciscanos abandonaron la península para ir a fundar nuevos centros religiosos en la Alta California. Y en su lugar llegaron los frailes dominicos.

Enterados los nuevos misioneros de las instrucciones De Gálvez, pronto se dieron cuenta de la imposibilidad de cumplirlas. Y ello dio motivo a una agria disputa entre el gobernador Felipe de Neve y el presidente de las misiones, fray Vicente de Mora. Y es que el visitador dispuso que los indios tuvieran derecho a la propiedad privada otorgándoles tres parcelas, dos de temporal y una de riego por familia; que se pudieran dedicar a actividades económicas además de las agrícolas También ordenó el traslado de grupos de indios de unos lugares a otros con mejores perspectivas de vida.

Dice el historiador Salvador Bernabeu que las instrucciones De Gálvez se calificaron de utópicas e irrealizables, ya que los intentos de cumplirlas chocaron con la realidad bajacaliforniana. Aunque a la larga tales disposiciones permitieron la colonización civil y la secularización de las misiones. Colonización que ya no contó con la población indígena que fue desapareciendo poco a poco.

En dos cartas que fray Vicente Mora envió al virrey Bucareli en 1775 y 1777, expone las razones por las cuales no fue posible cumplir con las instrucciones de Gálvez, sobre todo en lo referente a formar pueblos de indios, así como el cambio de residencia de muchos de ellos.

Sobre esto último explicó que los indios se negaron a abandonar su misión —como fue caso de Santa Gertrudis y San Borja— y amenazaron con volverse gentiles, es decir, irse a los montes para vivir como antes. Y a la fuerza hacer los traslados —decía el padre— es contrario a nuestras convicciones cristianas.

Y en el caso de Loreto a donde se dispuso que fueran a vivir otras familias, se preguntaba: “¿De qué sirve el aumento de familias en Loreto?, si su terreno es tan estéril que apenas alcanza el pasto para las bestias y para no poder trabajar las tierras por la escasez de las aguas y notoria sequedad”.

Total que casi nada se hizo de los propósitos del visitador De Gálvez. Lo que sí quedó claro al leer las cartas es el deterioro del sistema misional y del difícil inicio de la colonización civil con el reparto de las tierras. Además, las cartas revelan el eterno conflicto entre el poder civil y el poder eclesiástico.

Lo único positivo que dejó José de Gálvez con su presencia en California fue respaldar la orden del rey para poblar la Alta California, contando con ello con la buena disposición de los misioneros franciscanos los que en 1769 fundaron la misión de San Diego de Alcalá, la primera de ellas en la región.

Gálvez jamás volvió a California. De regreso a la ciudad de México recibió la orden de trasladarse a España donde murió en el año de 1787, luego de que el rey le diera el título de marqués de Sonora.

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