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sábado, 21 de enero de 2012

Fue gobernador por decir la verdad


Fue gobernador por decir la verdad

Por Leonardo Reyes Silva

En el año de 1927 llegó el general e ingeniero Amado Aguirre como gobernador del Distrito Sur de la Baja California, designado por el entonces presidente  Plutarco ElÍas Calles. Independientemente de su prestigio como integrante del Congreso Constituyente de 1917 en el que tuvo una participación distinguida, su nombramiento se debió—al menos eso creemos—a una carta que el general envió al presidente Álvaro Obregón en el mes de mayo de 1921.

Reciente su nombramiento como primer magistrado de la nación, a Obregón le interesaba ser reconocido por el gobierno de los Estados Unidos y por eso todo acto a favor de ello merecía su aprobación. Fue por eso que el 18 de marzo de 1921 dio el visto bueno al norteamericano Delbert J. Haff como propietario  de 2 millones 158 mil 427 hectáreas desde la altura de terrenos de la península de la Baja California, dentro de los cuales se hallaba la bahía Magdalena.

GRAL. AMADO AGUIRRE
Hasta  eso que el gringo de marras, agradeciendo el favor que no la legalidad de la concesión, cedió la tercera parte de esos terrenos al gobierno mexicano, además de una franja de 5 kilómetros de protección alrededor de la bahía. Aún así, se quedó con un millón 200 mil hectáreas en una franja desde la altura de Todos Santos hasta el paralelo 28.

Esa enorme extensión de terreno fue el mismo que en 1914 el gobierno de Victoriano Huerta escrituró a Delbert J. Haff y que tres años después, en 1917, Venustiano Carranza declaró nula la concesión. Pero Obregón en un alarde de autoritarismo, resolvió devolverle esos terrenos en una acción a todas luces ilegal.

Fue por eso que Amado Aguirre, en un alarde de honestidad y patriotismo, reclamó al presidente Obregón la autorización que la Secretaría de Agricultura y Fomento hizo a favor del multicitado extranjero. En la carta de referencia, Aguirre explica que esta decisión violaba el artículo 27 de la Constitución, pero además porque un ciudadano norteamericano estaba incapacitado para adquirir tal concesión de acuerdo con las leyes mexicanas vigentes.

Al final de su misiva, el general asentó lo siguiente: “Creo ,pues,en definitiva, que lo que más conviene a los intereses de la nación y al prestigio del gobierno, es que se reconsidere la nueva concesión otorgada a favor de Delbert J. Haff y que, en último caso se le otorgue una compensación pecuniaria a fin de que la Baja California sea verdaderamente recuperada por la Patria.”

Como era de esperarse, la protesta de Amado Aguirre no fue tomada en cuenta por el gobierno, ya que a Obregón le importaba más lograr el reconocimiento de los Estados Unidos y de su presidente Warren C. Harding. Así, tuvieron que pasar 12 años, hasta 1933, para que la administración gubernamental de Abelardo Rodríguez declarara nula la concesión y los terrenos pasaran nuevamente al poder de la nación.

Quizá este reclamo fue uno de los motivos para que en 1927 el general Aguirre fuera designado  gobernador del Distrito Sur de la Baja California por el presidente Plutarco Elías Calles. Dice el general en sus memorias que al recibir el nombramiento el mandatario le dijo: “Desyanque aquel territorio y procure crearle rentas propias, para si es posible exonerar al Erario Federal del subsidio que aporta a aquel Gobierno para su sostenimiento.”

Desde luego, Calles estaba enterado de la concesión hecha a Delbert J. Haff y creía que la península estaba invadida de gringos. No le faltaba razón, ya que había una gran publicidad en los Estados Unidos para que personas de ese país vinieran a colonizar la región de bahía Magdalena. Afortunadamente esa promoción fue un fracaso lo que dio motivo, ya lo dijimos, para que nuestro gobierno declara nula esa concesión.

Respecto a la otra recomendación, el general Aguirre hizo todo lo posible a fin de mejorar las finanzas del Distrito, y a lo mejor lo hubiera logrado si es que no lo sustituyen por el general Agustín Olachea Avilés, quien se hizo cargo de la entidad en 1929. Al menos así lo creía, ya que en sus memorias afirma que “ gracias al manejo honesto de las rentas del territorio y en medio de su pobreza, se iban creando riquezas públicas de tal suerte, que ya había avisado al Gobierno Federal, que para el año siguiente el Territorio se bastaba sólo, y estoy seguro que lo hubiera logrado”.

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