Para descargar la página es necesario seleccionar la imagen, después con el botón auxiliar del ratón despliegue la persiana y seleccione Guardar enlace como… ahí seleccione el lugar donde quiera guardar el archivo.

sábado, 31 de marzo de 2012

Un matrimonio fallido


Un matrimonio fallido

Por Leonardo Reyes Silva

lrsilva@prodigy.net.mx

Aunque de hecho este relato no corresponde a la historia sudcaliforniana, está relacionado con la conquista del noroeste del continente americano y de los navegantes que la hicieron posible. Y como cosa insólita, dentro de esa serie de exploraciones que llevaban el fin de asegurar para España el dominio de esta vasta región hoy ocupada por los Estados Unidos y Canadá, sobresale el idilio de un aristócrata ruso con la hija de un comandante español del Presidio de San Francisco.

La expansión española en el siglo XVIII había llegado hasta Nutka una isla pequeña a la altura de lo que hoy es la ciudad de Vancouver, Canadá. Ese lugar fue visitado por Juan Pérez en 1774 y en 1778 el capitán inglés James Cook arribó a la bahía de Nutka a la que llamó Friendy Cove por la actitud amistosa de los indios. Pasados los años, otros exploradores llegaron después, entre ellos Esteban Martínez y Juan Francisco de la Bodega y Cuadra.

Aún cuando se tomó posesión de esa región a nombre de la corona española, no fue posible hacer respetar esa decisión y poco a poco los aventureros angloamericanos, ingleses y hasta franceses incursionaron en la bahía en busca de pieles de nutria y también con intenciones de dominio Y así, la expansión española solamente llegó hasta los límites de la bahía de San Francisco.

Los navegantes rusos, en cambio, únicamente llegaron hasta un lugar al que llamaron Sitka localizado en las costas de Alaska. Se dedicaron a la recolección de pieles de todas clases, mientras establecían un pequeño campamento. Sin embargo, por las difíciles condiciones del clima, así como la falta de alimentos, llegó el momento en que sus vidas peligraban. Y así las cosas…

Un día de tantos del mes de abril de 1806, el vigía del castillo de San Joaquín de San Francisco dormitaba y por eso no se enteró de la entrada de un bergantín a la bahía. Al darse cuenta dio la voz de alarma y a los pocos minutos los soldados de cuera del Real Presidio con el alférez Luis Argüello se preparaban para la defensa. No fue necesario pues el barco era el “Juno” con bandera rusa que había entrado a San Francisco en busca de provisiones necesitadas con urgencia en el campamento de Sitka.

La embarcación venía al mando del conde Nicolai Petrovich Rezanof quien explicó que era el nuevo jefe, nombrado por el zar, de todas las avanzadas rusas en Alaska, y que tenía la encomienda de entrevistarse con el gobernador español del territorio. Al día siguiente, un soldado fue enviado al presidio de Monterrey con la solicitud del conde. Mientras tanto, en los días siguientes, Rezanof intercambió con los padres de la misión pieles por frutas secas, harina y charquí y otras provisiones que tanta falta hacían en Sitka.

A los pocos días llegó el gobernador Arrillaga intercambiando saludos con la tripulación del barco. Pero ante la solicitud del conde de adquirir mediante compra los comestibles que les hacían falta, aquél se negó aduciendo que tenía órdenes de no aceptar ningún negocio comercial. Así, entre ruegos y negativas, pasaron las semanas, mismas que el conde aprovechó para hacer amistades, sobre todo con la familia del comandante Argüello.

José Darío Argüello tenía una hija de quince años de edad quien se enamoró de Rezanof y éste, quizá por amor o por conveniencia, le correspondió y fue así como se comprometieron en matrimonio. María de la Concepción Marcela, llamada cariñosamente Conchita, aceptó la propuesta del conde de regresar primero a Sitka y después a San Petesburgo para informar al zar de su viaje. A su regreso llevarían a cabo su enlace.

Pero Conchita lo esperó por años y Rezanof nunca regresó. Años después se supo que en su travesía por Siberia al cruzar un río el hielo se quebró y el murió ahogado. Otra versión dice que en el transcurso de su viaje contrajo una fiebre intensa que lo obligó a refugiarse en una choza. Repuesto un tanto, cabalgó durante días, pero no pudo resistir y en el camino murió.

El historiador sudcaliforniano Pablo L. Martínez en su libro “Historia de la Alta California” dice de este romance lo siguiente:
María Concepción nada supo durante muchos años sobre la suerte de su amado. Creyendo que la había engañado vivió en medio de la mayor amargura, sin querer oír a muchos hombres que la pretendían. Se dedicó a servir a los pobres y atender a los enfermos desvalidos. Vino a saber el fin de su pretendiente hasta el año de 1842; y al tener conocimiento de ello entró en el convento de Santa Catarina en la propia California, y en esa casa de reclusión murió en 1857, a la edad de 67 años. Este es el romance más conocido y más popular que ha existido en la Alta California en toda su historia.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario