Por Leonardo Reyes Silva
En el año de 1826 el teniente Hardy de la real armada inglesa,
recorrió la parte norte de la península de la Baja California en viaje de
exploración, con el permiso del gobierno de México para buscar bancos de perlas
y minerales. En el libro que escribió al que tituló “Viajes por el interior de
México en 1825,1826, 1827 y 1828” ,
describe las peripecias que sufrió cuando su barco “El Bruja” se internó por la
desembocadura del río Colorado y los peligros que corrió ante la amenaza de los
indios de esa región.
Aunque ya muchos años antes otros expedicionarios habían
recorrido parte del río, como Francisco de Ulloa en 1539 quien llegó al estuario
y le puso por nombre "Ancón de San Andrés y Mar Bermeja” por el color de
sus aguas; y también llegó en 1540 Fernando de Alarcón que llegó hasta la
confluencia del río Gila. Asimismo arribó por tierra a esa región del Colorado
el padre jesuita Francisco Eusebio Kino en 1701 y por último el misionero
Fernando Consag, en 1746, que llegó en un bote de vela cerca del estuario.
A Hardy le fue mal desde el principio. Cuando intentaba
remontar el río se rompió el timón y la nave estuvo a punto de encallar. A duras
penas, lograron retirarla del peligro y anclarla a unos metros de la orilla.
Con ayuda de los buzos rescataron las partes del timón y lograron reconstruirlo
para colocarlo de nueva cuenta en su lugar.
Pero el peligro estuvo con las amenazas de los indígenas los
que, a pesar que demostraban amistad, no podían ocultar sus intenciones de
apoderarse del barco. Hubo ocasión en que tuvieron que amedrentarlos con los
mosquetes y apuntarlos con los cañones para apaciguarlos. Al fin pudieron levar
anclas y alejarse de la orilla fuera del alcance de los indios.
En la descripción de sus formas de vida, Hardy dice que “estos
indios que se llaman Axua, son muy
numerosos y definitivamente los seres más asquerosos que haya conocido. Se
adornan el pelo con barro en vez de hacerlo con flores: también les encanta
emplearlo para pintarse el cuerpo. Es cosa común verlos, en días de calor,
revolcándose en el lodo como cerdos... quizá solamente lo hagan para
refrescarse…”.
Sobre esta costumbre, Hardy relata una anécdota de su estancia
en la Villa del
Fuerte, Sinaloa. Dice que un día una señora muy gorda, agobiada por el intenso
calor y a pesar de tener abierta las ventanas y puertas para refrescar la casa,
no halló otra solución que abrir un hoyo en uno de los cuartos —tenía piso de
tierra—, lo llenó de agua y después de revolver el líquido para hacer un lodo
espeso, se desnudó y se metió en el agujero. Como sintió la frescura se acostó
en el lodo y embadurnó todo su cuerpo, hasta la cabeza.
Cuando llegó su esposo a comer, al verla creyó que era un
monstruo que había salido de las entrañas de la tierra y por poco le da un
soponcio, si no es que la mujer lo trató de calmar diciéndole que era ella.
Días después el marido que era un funcionario del ayuntamiento, soltaba una
carcajada cuando recordaba la puntada de su mujer. Cuenta el señor que la
original bañera todavía la conservan y de vez en cuando la utilizan. Sin querer
la señora fue la inventora de las máscaras embellecedoras que hoy utilizan
muchas mujeres en los salones de belleza y las que, a lo mejor, tienen como
ingrediente el menospreciado lodo.
Por supuesto que los Axua
le daban otro uso al lodo. Ellos se lo embijaban en el cabello y en todo el
cuerpo para protegerse de los moscos, jejenes y otros insectos. Y como además los
hombres se pintaban la cara con pigmentos blancos y rojos el resultado no era
muy atractivo. Por otro lado, como era común en toda la California , andaban
desnudos y sólo las mujeres usaban “taparrabos” confeccionados con tirillas de
corteza de sauce.
Después se sortear varias amenazas de los indios, Hardy
salió de las aguas del río Colorado luego de haber permanecido 26 días en esa
región. Y enfiló rumbo a Guaymas, pasado por la isla Ángel de la Guarda y otras islas
pequeñas que la rodean. Por fin, el 22 de agosto desembarcaron en el puerto de
Guaymas dando por terminada su expedición por las costas de Baja California.
Desde luego, Robert William Hale Hardy fue unos de tantos navegantes
que aportaron información valiosa sobre las características geográficas de la
península. Además, en sus recorridos describieron aspectos etnológicos que
fueron de gran ayuda para conocer las formas primitivas de vida de los
habitantes de esa región desconocida de nuestro país en esos años.
Muchas
décadas después esa región del río Colorado fue explorada y hubo asentamientos
humanos en sus riberas, como el pueblo de Yuma por el lado de los Estados
Unidos. Cuando se establecieron algunas rutas marítimas navegaron por el río
dos pequeñas embarcaciones llamadas
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