José María Esteva, el veracruzano
En los años de mayor efervescencia política en nuestro país,
en 1856 llegó a La Paz José
María Esteva, un funcionario del gobierno central con su nombramiento de
Visitador General de Rentas, con el propósito de supervisar el funcionamiento
de la aduana, principal fuente de ingresos del gobierno territorial.
Dos años antes, el general Antonio López de Santa Ana
gobernaba al país, pero ante su pésima administración, don Juan Álvarez se
levantó en armas proclamando el Plan de Ayutla en el estado de Guerrero, a
resultas del cual Santa Ana tuvo que dejar el poder.
En su lugar quedó como presidente interino el general
Ignacio Comonfort, quien en 1855 convocó a un Congreso Constituyente con el fin
de redactar una nueva constitución. Pese a la oposición de los grupos
conservadores, la Carta Magna
fue promulgada el 5 de febrero de 1857.
Sin embargo, como la Constitución afectaba los intereses del clero, el
general Félix Zuloaga expidió el Plan de Tacubaya en el que desconocía el nuevo
código de leyes. Comonfort tuvo que renunciar y eso motivó un enfrentamiento
entre las fuerzas liberales y las conservadoras, dando origen a lo que nuestra
historia conoce como Guerra de Reforma.
Desde luego, cuando llegó Esteva a la península, la
agitación política estaba en todo su apogeo. Unos a favor y otros en contra de
la vigencia de la Constitución. Y
aunque nuestro personaje era poco conocido, de todas maneras firmó un
manifiesto defendiendo la legalidad, representada en ese entonces por don Juan
Álvarez.
Esa acción le valió para ser tomado en cuenta por el jefe
político José María Blancarte quien lo incluyó en el Consejo de Gobierno, junto
con el teniente coronel Francisco Canto y el señor Santos Ruiz. Este Consejo
gobernó la entidad a la salida de Blancarte. Primero lo hizo Esteva del 7 de
enero al 16 de febrero de 1857, después Canto y posteriormente don Santos hasta
el 20 de mayo de 1858.
Durante los días que duró al frente del gobierno, Esteva
trató de conciliar los intereses entre los grupos en pugna. Para ello, expidió
una proclama la que entre cosas decía: “…que
deberían olvidar esos disgustos, verdaderamente de familia, que trastornando el
orden de las localidades ofrecen embarazos sin número a la marcha del Supremo
Gobierno…”.
En el corto tiempo que José María Esteva vivió en La Paz supo darse cuenta de la
difícil situación por la que atravesaba la pesca de la concha madreperla, y fue
por eso que aprovechando su estancia en el gobierno escribió una “Memoria sobre
la pesca de la perla en Baja California”, documento que normó los criterios de
la explotación de esa riqueza marina.
Con fundamento en esa memoria, el 8 de febrero de 1857
expidió un Decreto en su calidad de jefe interino del gobierno de la península
a efecto de proteger los placeres de concha perla. En diez artículos el
documento señalaba las zonas de pesca, los periodos de explotación y las multas
a que se harían acreedores los armadores que infringieran el decreto.
El conocimiento que tuvo Esteva de las condiciones sociales,
políticas y económicas de la Baja California
fue de gran ayuda para sus habitantes. Y más aún por que esta lejana región del
país la dio a conocer por medio de una novela a la que tituló “La campana de la Misión ”, cuya temática la
sitúa en el mar de Cortés, el pueblo de Loreto y la misión de San Borjas.
Esa obra escrita después que regresó a su natal Veracruz, la
complementó con otra novela corta llamada “La concha del diablo” que aquí
conocemos como “La leyenda del Mechudo”. Por cierto, fue doña Carmen Boone
Canovas, historiadora xalapeña, quien por primera vez me dio a conocer ese
documento, cuyo original se encuentra en una biblioteca de los Estados Unidos.
José María Esteva fue un funcionario público de gran
relevancia. Como escritor tiene un lugar especial en las letras mexicanas. Sus
creaciones literarias como la leyenda “La mujer blanca”, sus múltiples poemas
vernáculos incluidos en su obra “Tipos veracruzanos y composiciones varias”
además de “La campana de la misión” lo hicieron merecedor del reconocimiento
nacional.
Independientemente de cualquier punto de vista, es oportuno
que el recuerdo de este personaje y su obra literaria relacionada con nuestra
entidad, sean rescatados y difundidos por todo lo que valen para la cultura
sudcaliforniana.
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