El triunfo del padre Juan de Ugarte
La balandra “El triunfo de la cruz” navegaba
con viento de fronda rumbo a la costa sonorense. Había salido de Loreto un día
antes por la mañana y los tripulantes, con la alegría en sus rostros, ya
divisaban el litoral, aprestándose a los preparativos del desembarco. Con ellos
iba el sacerdote jesuita Juan de Ugarte quien haría contacto con algunas
misiones de la contracosta, a fin de recibir la ayuda para los establecimientos
religiosos de California.
No era la primera vez que la embarcación
hacía el viaje enfrentando las tranquilas aguas del Mar de Cortés, aunque
muchas veces el mar encrespado o la ausencia de viento retardaba la travesía,
con la natural preocupación de los marinos y los pasajeros que iban a bordo. Además, navegar en una balandra que ya
tenía cerca de cien recorridos por los puertos principales de las costas de
Sonora y Sinaloa, amén de otros a lo largo de la península californiana, no
ofrecía ninguna seguridad primero, por su reducida eslora y segundo, por la
falta de un adecuado mantenimiento.
En la contracosta hicieron contacto con las
padres que atendían las misiones jesuitas de Sinaloa, Ostimuri y Sonora,
quienes en un principio les regalaban productos diversos como trigo, maíz,
frijol, hortalizas y telas para vestir. Después, cuando la economía se
diversificó, los productos se los vendían, dado que las misiones peninsulares
recibían el apoyo del Fondo Piadoso de las Californias. Bien de una forma o de
otra, el abastecimiento ayudó en mucho a la permanencia de las misiones
californianas.
De regreso a Loreto después de varias semanas
de ausencia, “El Triunfo de la
Cruz ” era recibido con júbilo, y de inmediato se tomaban las
medidas para distribuir las provisiones a las misiones más alejadas—y más
necesitadas--, como La Purísima Concepción
de Cadegomó, San José de Comondú, Santa Rosalía de Mulegé, San Francisco Javier
Viggé Viaundó y de Nuestra Señora de los
Dolores Chillá. Sobre este acontecimiento, una crónica dice:
“Una
mañana de junio de 1732, los habitantes de Loreto, capital de las Californias,
se despertaron con el tañer de las campanas de la iglesia. El padre Jaime
Bravo, ministro residente de la misión de Nuestra Señora de Loreto, Conchó,
mandó que resonaran éstas ante la llegada de la balandra “El Triunfo de la Cruz ”. La embarcación venía
de San Blas, puerto de la otra banda y traía víveres, haberes para la tropa,
bastimentos para las demás misiones, ropa, objetos para las iglesias,
correspondencia, libros, algunos animales como caballos y burros, así como
otras cosas de utilidad…”
Y es que desde la fundación de la misión de
Loreto en 1697, la principal preocupación del padre Juan María de Salvatierra
fue proveer de lo necesario a las misiones que se iban estableciendo, aunque
eso lo obligó a solicitar la ayuda de las misiones de Sonora y Sinaloa. Para su
buena suerte allá se encontraba el padre Eusebio Francisco Kino quien le dio
toda el auxilio posible. Aún así, hubo épocas difíciles por la falta de
provisiones, tanto, que llegaron a pensar en abandonar su misión evangélica en
la península.
Los jesuitas contaban con dos embarcaciones
pequeñas llamadas San Javier y El Rosario con las que se comunicaban con Sonora
a través del puerto de Guaymas. Pero con el tiempo se deterioraron a tal grado
que realmente era un peligro navegar en ellas.
Los padres Ugarte y Píccolo que hacían las travesías, seguramente en
cada una de ellas, al iniciarla, se confesaban y dejaban escrito su testamento.
Fue por eso que atendiendo la sugerencia de contar con un barco más grande y
más seguro, y contando con el apoyo del padre Jaime Bravo en ese entonces
`procurador de las misiones, el padre Ugarte se dio a la tarea de construir una
balandra utilizando la madera de la región.
En efecto, en 1719, con carpinteros de la
contracosta y ayudado por los neófitos de la región, derribaron árboles
conocidos como “Guérivos” en las cañadas cercanas a la misión de Mulegé, los
convirtieron en tablas y vigas y después, por medio de carretas tiradas por
bueyes y mulas, los llevaron a la playa donde comenzaron a construir la
embarcación. Nos imaginamos las dificultades por las que atravesó el P. Ugarte,
sobre todo para alimentar a las personas que lo ayudaron y al mismo tiempo
conseguir los otros materiales que necesitaría la balandra.
Pero al fin sus esfuerzos dieron resultado.
El día 14 de noviembre de 1719, “El Triunfo de la Cruz ” fue botado al agua y
según las opiniones de los que estuvieron presentes “era el buque más bello,
más fuerte y más bien hecho de cuantos hasta entonces se habían visto en el
Golfo de California” Y era verdad, pues esa balandra aportó innumerables
servicios a los misioneros en sus 120 viajes que realizó durante 25 años.
¿Y que destino tuvo esa balandra a raíz de
que los jesuitas fueron expulsados de la península, en 1768? En el inventario
que se levantó de las propiedades de la misión de Loreto, solamente aparecen
dos embarcaciones: una canoa “San Solano” en buen estado, y una lancha conocida
como “San Miguel” de nueve metros de larga por dos y medio de ancho. Pero de
“El Triunfo de la Cruz ”
ningún indicio.
Es probable que después de prestar sus
servicios durante 25 años—hasta 1744—la embarcación, con los naturales
deterioros, haya quedado inutilizada para el servicio, por lo que los misioneros
en esos años consiguieron otras en mejor estado. En efecto, en 1759, con
autorización del Real Erario, se construyó un barco en Loreto bajo la dirección
del P. Lucas Ventura, y posteriormente contaron con otro más, lo que solucionó
la falta de comunicación con otros lugares.
Pero queda en la historia de la Baja California el primer barco
que se construyó en esta tierra y el cual por muchos motivos fue, de hecho, el
triunfo del padre Juan de Ugarte.
Estimado Leonardo. Una página que nos trae al presente , el pasado en el que se gestó la vida en lo social-histórico en la hoy
ResponderEliminarBaja California Sur. Una propuesta creadora que de manera amena y erudita nos lleva a evocar el pasado de nuestra tierra, en mi caso adoptiva.
Mi comentario va para todas las entradas que son un instrumento generoso para todo público.
Me parece que pueden hacer llegar a todos los niveles educativos del estado el enlace para que lo disfruten y le den a la información el uso pertinente en el hoy.
Felicidades a Leonardo Reyes Silva y a Gerardo Ceja García por el trabajo conjunto.