Robinson Crusoe en California
En un libro anterior
me refería a este pasaje que resulta interesante conocerlo, especialmente por
la relación que existe con una novela del siglo XVIII a la que su autor, el
escritor inglés Daniel Defoe, le puso por nombre “Las aventuras de Robinson
Crusoe. Considerada como la primera novela inglesa, fue publicada en 1719 y en
ella narra la vida de un náufrago que pasa 28 años abandonado en una remota
isla conocida como “Más-a-tierra” del archipiélago chileno de Juan Fernández.
La novela relata las
aventuras de un marinero del puerto de York que se enlista en un barco mercante
para recorrer los mares en ese entonces conocidos. Robinson pertenecía a una
familia acomodada, pero su afán de conocer el mundo lo hicieron embarcarse sin
imaginar el sin fin de aventuras que pasaría. En el naufragio de la embarcación
fue el único superviviente que logró arribar a una isla deshabitada cerca de la
desembocadura del río Orinoco.
Durante sus largos
años en la isla, en una ocasión rescata a un nativo de de un grupo de caníbales
los cuales habían llegado a la isla para preparar una hoguera y comérselo.
Después de liberarlo lo llamó Viernes por que fue el día en lo salvó de la
muerte. Desde entonces fue su compañero y juntos sortearon diversos peligros.
Por fin una nave inglesa lo rescató y lo llevó de regreso a Inglaterra.
Ese es el contenido
de la novela pero en la realidad sucedió algo parecido. Resulta que en el año
de 1709, el pirata inglés Woodes Rogers recorrió el Océano Pacífico en sus
buques “Duke” y “Dutchess” y en el mes de diciembre de ese año arribó Puerto
Seguro como se llamaba en ese entonces Cabo San Lucas. Su intención era
apoderarse de los galeones que venían de
Filipinas como en efecto lo hizo con la nao “Nuestra Señora de la Encarnación ”. Quiso
hacer lo mismo con el “Begonia” pero fue rechazado.
En la tripulación del
“Duke” venía un marinero que habían rescatado de la isla de “Más-a-Tierra, del
archipiélago chileno de Juan Fernández. Cuenta Rogers en su “ A Cruising
Vollage Round the World” que el hombre estaba cubierto de pies a cabeza con
pieles de cabra y con aspecto más salvaje aún que estos animales. Su nombre era
Alexandre Selkirk y había sido abandonado en ese lugar por el capitán Padlin
cuatro años antes.
Ante el capitán y los
marineros, contó su maravillosa y conmovedora historia de su desolación, de sus
temores y de sus miedos de los primeros días en esa isla desierta; de la vida
que se vio obligado a llevar y el afan de supervivencia lo hizo más ágil al igual
que las cabras a las que daba caza.
Durante los días que
el “Duke” estuvo anclado frente a Cabo San Lucas, parte de sus tripulantes
bajaron a tierra, entre ellos seguramente Selkirk, y fue así como tuvieron
contacto con los indígenas pericúes. La descripción que hace de las costumbres
y características de los nativos de esa región es interesante sobre todo por
los datos etnológicos que aporta. Así, por ejemplo, dice en una parte de su
relato:
Los
naturales que vimos aquí eran como 300; tenían grandes brazos, eran rectos,
altos y de color más oscuro que cualesquier otras gentes que había visto en el
Mar del Sur. Su cabello largo, negro y derecho y caía hasta los muslos. Los
hombres completamente desnudos y las mujeres llevaban una cubierta de hojas sobre sus privados, o pequeños delantales
de hierba o los pellejos de aves y
animales…”
Después de su
enfrentamiento con el galeón “Begonia”—debido a los ataques piráticos estos
venían artillados—Rogers regresó a Inglaterra llevando un cuantioso botín arrebatado
a la “Nuestra Señora de la
Encarnación ”. Con el tiempo y como “premio” a sus hazañas de
corsario, ocupó el cargo de gobernador real de las islas Bahamas, lugar donde
murió en 1732.
El caso de Alexandre
Selkirk que originó la famosa novela de Robinson Crusoe, tiene semejanza con
otros dos que sucedieron más o menos en las mismas fechas. Una es la de Pedro
Serrano que naufragó junto con dos marineros en un inhóspito banco de arena del
Caribe y que fue rescatado después de 8 años de vida solitaria en ese lugar. El
otro, y que tuvo lugar en Baja California en 1713, fue el cautiverio del
marinero Juan Díaz a manos de los indios pericués que habitaban la isla de San
José. Al escapar, se refugió en una cueva en la costa, frente a la isla de
Cerravo donde vivió mucho tiempo a base de pescados y mariscos.
Por cierto, en los
últimos estudios sobre la novela de Robinson Crusoe se cree que Daniel Defoe se
inspiró en la aventura de Juan Serrano y no de Alexandre Selkirk. Será por la
semejanza.
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