Corsarios en Baja California
Primera parte
En los siglos XVI hasta principios del siglo XIX el dominio
de los mares fue una obsesión para los países europeos, sobre todo de
Inglaterra y España. Con el descubrimiento del continente americano y sus
riquezas, estas dos naciones buscaron beneficiarse y lograr, por cualquier
medio, la hegemonía en el control marítimo de esa amplia zona del mundo.
En esa época España, con sus colonias en América, disfrutaba
de un nivel económico extraordinario gracias a los productos mineros, agrícolas
y de diversa índole que les eran enviados de los virreinatos de la Nueva España , del
Perú y del Caribe. Además del intercambio comercial con el oriente, en especial
con Filipinas.
Tratando de disminuir el poder de España, la reina Isabel de
Inglaterra autorizó a personajes importantes para actuar como corsarios tanto en
el océano Atlántico como en el Pacífico. Fue así como John Hawkins, Henry
Morgan, Francis Drake, Thomas Cavendish y Jack Rakhman, en fragatas,
bergantines y corbetas armadas con cañones de diversos calibres, se apoderaron
y destruyeron un gran número de barcos mercantes, apoderándose en muchos casos
de cuantioso botines que fueron a dar a la corona inglesa.
Uno de estos corsarios, Drake, recorrió los litorales de la
península en 1579 y llegó a la altura de lo que hoy es la ciudad de San
Francisco en los Estados Unidos. En ese lugar desembarcó y le puso por nombre
Nueva Albión en honor a su soberana, la reina Isabel. Drake está considerado como
uno de los corsarios más terribles que asolaron los mares y las ciudades de
Nueva España.
Otro más fue Thomas Cavendish quien en 1587 capturó el
galeón “Santa Ana” que hacía la ruta Manila-Acapulco. Lo esperó cerca de Cabo
San Lucas y después de saquearlo lo incendió, no sin antes dejar a los
tripulantes y pasajeros en tierra. Por cierto en él venía Sebastián Vizcaíno,
quien años después le daría el nombre a nuestra ciudad.
Otro corsario que no cantaba mal las rancheras fue Hipólito
Bouchard, un marino argentino que en el año de 1818 se apoderó de los presidios
de Monterey y Santa Bárbara, en la Alta
California. Pero de este aventurero hablaremos más en otra
ocasión.
El siglo XIX se distinguió por que en ese periodo se
llevaron a cabo los movimientos de independencia en todas las colonias
españolas, comenzando con México, en 1810. Todavía en los años veinte del
siglo, Perú, Chile, Colombia, Argentina, liderados por patriotas como Bolívar,
San Martín, Sucre y O¨Higgins, defendían su derecho a ser independientes,
libres de la tutela de España.
Y en esos movimientos revolucionarios la Armada de Chile fue una
fuerza que contrarrestó los intentos dominadores de la marina española. Pero
también los corsarios prestaron un gran servicio a la causa de la independencia.
Corsarios fueron los buques La Fortuna , El Chileno, Santiago Bueras y El Catalina.
La primera escuadra naval que se formó en Chile tuvo como
almirante a un marino inglés de gran reputación que fue en su tiempo miembro
del Parlamento, de nombre Thomas Cochrane y con el título de Lord. Se dice que
cuando lo contrataron para hacerse cargo de la escuadra chilena se hallaba sin
empleo y acusado de fraude en la
Bolsa de Valores de Londres.
En el año de 1819 inició su campaña contra los barcos
realistas, bloqueando los puertos donde se encontraban. La historia de Chile
refiere que la toma del puerto de Valdivia, “fue sin duda alguna la acción más
extraordinaria de todas las guerras de la independencia”. Un año después, la
escuadra se apoderó de la ciudad de Lima, en el Perú.
En la contienda apresó varias embarcaciones españolas, pero
dos de ellas, las fragatas “Prueba” y “Venganza” lograron escapar del acoso de
los bergantines chilenos. Cochrane fue informado que se dirigían al norte, por
el rumbo de las costas mexicanas. Fue en su persecución y llegó hasta el puerto
de Acapulco sin lograr dar con ellas. A principios de 1822 dispuso que las
naves “Independencia” y “Araucano” se dirigieran al puerto de San Blas y el
golfo de California en busca de los buques españoles, mientras él lo haría al
sur hasta llegar a las costas de Chile.
Acatando las instrucciones recibidas, el comodoro Wilkinson —a
cargo del “Independencia”— ordenó al
comandante Simpson del “Araucano” se dirigiera a Loreto en busca de
provisiones, mientras que él llegaba al puerto de San José del Cabo. Fue así
como estas dos naves que formaban parte de la escuadra chilena llegaron a la
península de la Baja California.
Su estancia en San José y en Loreto será motivo de un relato
próximo. Lo que sí no da lugar a dudas es que esas dos fragatas no eran
corsarias ni mucho menos piratas, y que Lord Cochrane es considerado como un
personaje en la república de Chile, en donde incluso existen monumentos en su
honor.
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