La huella de un “cuchibiriachi”
Por: Leonardo Reyes Silva
Llegó a La Paz guiado por la providencia.
Llegó como otros del interior de la república en busca de aventuras, de fortuna
o en el cumplimiento de una comisión del gobierno central. Y en el caso particular
de Ulises Urbano Lassépas, agrimensor de profesión, visitó nuestra ciudad a
mediados del siglo XIX y en 1856 el señor José María Esteva, quien fungía como
Visitador de Rentas en el Territorio, lo propuso como agente del Ministerio de
Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República , en vista de
los conocimientos especiales que poseía.
Fue una acertada decisión aunque el
gusto le duró poco, ya que a los pocos meses de ejercer el cargo lo dejaron
cesante y tuvo que buscar otra fuente de ingresos. Y la encontró cuando algunos
poseedores de tierras lo contrataron para que los representara ante el gobierno
federal por el peligro de perder sus propiedades. Y es que en 1857, siendo
presidente de la república don Ignacio Comonfort expidió un decreto que en su
artículo 1º decía:
“Las ventas o enajenaciones de las islas o
terrenos baldíos de la Baja California
que se hubieren hecho desde el año de 1821 hasta el presente, por los jefes
políticos o gobernadores y cualquier otras autoridad civil o militar del
Territorio o Departamento de ambas Californias, son nulas y de ningún valor
mientras no obtengan la ratificación del supremo gobierno.”
Y lo peor fue que el mismo decreto
fijaba un lapso de seis meses para la revisión de los documentos comprobatorios,
pues de lo contrario pasarían al dominio nacional. Para colmo de sus males, el
gobierno fijó un pago de 300 pesos por cada registro de las propiedades.
Ante tan grave situación, Urbano
Lassépas inició la defensa de sus representados arguyendo que la tierra es un
derecho natural que tienen los habitantes de un país y que por lo tanto sus
derechos de propiedad estaban por encima y a salvo de las autoridades que
pretendían conculcarlos.
En sus gestiones ante el gobierno
central presentó copias de un poco más de 200 títulos de propiedad a efecto de
legitimarlos, de acuerdo con el decreto del 10 de marzo de 1857. Como
resultado, los títulos fueron autorizados en 1859 y el mismo Lassépas se
encargó de entregarlos a los dueños. Y lo mejor, no se les cobró los 300 pesos,
sino solamente cincuenta por cada sitio de ganado mayor.
Desde luego y gracias a la
intervención de Lassépas el decreto quedó sin efecto en la Baja California o al menos no
se aplicó en su totalidad. Con ello quedaron a salvo no solamente los 220
títulos registrados sino muchos más que posteriormente fueron reconocidos
legalmente por las autoridades del ramo.
En ello fue un elemento de apoyo
importante el libro que publicó Lassépas en 1859 refiriéndose al decreto de
1857. La obra a la que le puso el nombre de “Historia de la colonización de la Baja California y el Decreto
del 10 de marzo de 1857” ,
contiene los argumentos contra el decreto, sus inconsistencias, la injusticia
contra los poseedores de tierras y las mejores formas de solucionar ese
problema. Pero, además, es un compendio de la historia, la geografía, el
aspecto demográfico y la economía de esta región de México.
En 1860 el jefe político le extendió
el nombramiento de Juez de Deslindes y con esa responsabilidad recorrió toda la
península mensurando los terrenos baldíos y fijando sus límites, a la vez que
entregaba los títulos debidamente registrados a sus propietarios. Con la
decidida intervención de Lassépas se resolvió en parte la inseguridad en la
tenencia de la tierra en la Baja California.
Esa fue la huella que dejó un
cuchibiriachi que llegó a la ciudad de La Paz en busca de fortuna, No la encontró, pero a
cambio logró que su nombre fuera recordado a través de los años y aún en el
presente, por todo el bien que representó para los habitantes de las
comunidades rurales de nuestra entidad.
Pero hombres como Ulises Urbano
Lassépas no son de un solo lugar. Requerido por el gobierno participó en
diversas dependencias oficiales y fue reconocida su eficiencia por el
presidente Benito Juárez. Y todavía se dio tiempo para ser un gestor permanente
de los problemas de esta región del país.
El pueblo de Baja California Sur le
debe un reconocimiento a Lassépas. El Ayuntamiento de La Paz , a través de la Comisión de Nomenclatura,
aprobó en años pasados que una calle del fraccionamiento Santa Fe llevara su
nombre. Pero por causas ignoradas el acuerdo de Cabildo no se ha cumplido.
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