Para descargar la página es necesario seleccionar la imagen, después con el botón auxiliar del ratón despliegue la persiana y seleccione Guardar enlace como… ahí seleccione el lugar donde quiera guardar el archivo.

sábado, 1 de septiembre de 2012

La huella de un “cuchibiriachi”


La huella de un “cuchibiriachi”

Por: Leonardo Reyes Silva
Llegó a La Paz guiado por la providencia. Llegó como otros del interior de la república en busca de aventuras, de fortuna o en el cumplimiento de una comisión del gobierno central. Y en el caso particular de Ulises Urbano Lassépas, agrimensor de profesión, visitó nuestra ciudad a mediados del siglo XIX y en 1856 el señor José María Esteva, quien fungía como Visitador de Rentas en el Territorio, lo propuso como agente del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República, en vista de los conocimientos especiales que poseía.

Fue una acertada decisión aunque el gusto le duró poco, ya que a los pocos meses de ejercer el cargo lo dejaron cesante y tuvo que buscar otra fuente de ingresos. Y la encontró cuando algunos poseedores de tierras lo contrataron para que los representara ante el gobierno federal por el peligro de perder sus propiedades. Y es que en 1857, siendo presidente de la república don Ignacio Comonfort expidió un decreto que en su artículo 1º decía:
 “Las ventas o enajenaciones de las islas o terrenos baldíos de la Baja California que se hubieren hecho desde el año de 1821 hasta el presente, por los jefes políticos o gobernadores y cualquier otras autoridad civil o militar del Territorio o Departamento de ambas Californias, son nulas y de ningún valor mientras no obtengan la ratificación del supremo gobierno.”

Y lo peor fue que el mismo decreto fijaba un lapso de seis meses para la revisión de los documentos comprobatorios, pues de lo contrario pasarían al dominio nacional. Para colmo de sus males, el gobierno fijó un pago de 300 pesos por cada registro de las propiedades.

Ante tan grave situación, Urbano Lassépas inició la defensa de sus representados arguyendo que la tierra es un derecho natural que tienen los habitantes de un país y que por lo tanto sus derechos de propiedad estaban por encima y a salvo de las autoridades que pretendían conculcarlos.

En sus gestiones ante el gobierno central presentó copias de un poco más de 200 títulos de propiedad a efecto de legitimarlos, de acuerdo con el decreto del 10 de marzo de 1857. Como resultado, los títulos fueron autorizados en 1859 y el mismo Lassépas se encargó de entregarlos a los dueños. Y lo mejor, no se les cobró los 300 pesos, sino solamente cincuenta por cada sitio de ganado mayor.

Desde luego y gracias a la intervención de Lassépas el decreto quedó sin efecto en la Baja California o al menos no se aplicó en su totalidad. Con ello quedaron a salvo no solamente los 220 títulos registrados sino muchos más que posteriormente fueron reconocidos legalmente por las autoridades del ramo.

En ello fue un elemento de apoyo importante el libro que publicó Lassépas en 1859 refiriéndose al decreto de 1857. La obra a la que le puso el nombre de “Historia de la colonización de la Baja California y el Decreto del 10 de marzo de 1857”, contiene los argumentos contra el decreto, sus inconsistencias, la injusticia contra los poseedores de tierras y las mejores formas de solucionar ese problema. Pero, además, es un compendio de la historia, la geografía, el aspecto demográfico y la economía de esta región de México.

En 1860 el jefe político le extendió el nombramiento de Juez de Deslindes y con esa responsabilidad recorrió toda la península mensurando los terrenos baldíos y fijando sus límites, a la vez que entregaba los títulos debidamente registrados a sus propietarios. Con la decidida intervención de Lassépas se resolvió en parte la inseguridad en la tenencia de la tierra en la Baja California.

Esa fue la huella que dejó un cuchibiriachi que llegó a la ciudad de La Paz en busca de fortuna, No la encontró, pero a cambio logró que su nombre fuera recordado a través de los años y aún en el presente, por todo el bien que representó para los habitantes de las comunidades rurales de nuestra entidad.

Pero hombres como Ulises Urbano Lassépas no son de un solo lugar. Requerido por el gobierno participó en diversas dependencias oficiales y fue reconocida su eficiencia por el presidente Benito Juárez. Y todavía se dio tiempo para ser un gestor permanente de los problemas de esta región del país.

El pueblo de Baja California Sur le debe un reconocimiento a Lassépas. El Ayuntamiento de La Paz, a través de la Comisión de Nomenclatura, aprobó en años pasados que una calle del fraccionamiento Santa Fe llevara su nombre. Pero por causas ignoradas el acuerdo de Cabildo no se ha cumplido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario